Para comprender plenamente el significado de este día, primero debemos preguntarnos: ¿qué es exactamente la biodiversidad?
La diversidad biológica, o biodiversidad, se refiere a la variedad de organismos vivos que pueblan la Tierra, así como a las complejas relaciones entre ellos y su entorno. Esta riqueza abarca desde los animales hasta las plantas, desde los hongos hasta los microorganismos, pasando por las pequeñas diferencias genéticas que existen entre los individuos de una misma especie. También incluye la diversidad de ecosistemas -bosques, lagos, zonas agrícolas o desiertos-, cada uno con su propio equilibrio e interacciones entre el medio físico y los organismos que lo pueblan.
Lejos de ser un concepto abstracto, la biodiversidad está presente en los suelos que cultivamos, en los cultivos que alimentan a miles de millones de personas y en los servicios ecosistémicos fundamentales para nuestras vidas.
Su importancia es indiscutible: la biodiversidad es la base vida en la Tierra. Da forma a los ecosistemas naturales, desde las selvas hasta las tierras de cultivo, donde todos los seres vivos dependen unos de otros para sobrevivir, crecer y prosperar. Este equilibrio es esencial para el funcionamiento de las cadenas alimentarias, la calidad del suelo, el aire y el agua, y el mantenimiento de los procesos naturales fundamentales. Por ejemplo, muchas plantas dependen de los microorganismos del suelo para crecer, al igual que los insectos dependen de diversas plantas para alimentarse.
La biodiversidad también es crucial para los seres humanos: más del 80% de nuestra dieta proviene de las plantas y se calcula que el 40% de las medicinas modernas tienen su origen en la naturaleza y en los conocimientos tradicionales.
Un ejemplo especialmente bueno para ilustrar la importancia de la biodiversidad es el de los polinizadores, como las abejas. Casi el 90% de las especies de plantas silvestres y más del 75% de los cultivos alimentarios dependen de la polinización. Sin polinizadores, los ecosistemas se colapsarían, y con ellos nuestra seguridad alimentaria. Por eso proteger a las abejas no es sólo un imperativo ecológico, sino también económico y sanitario: en la Unión Europea, su contribución a la agricultura se estima en 15 000 millones de euros al año.
Por tanto, la biodiversidad no es sólo una cuestión de conservación, sino también de resiliencia y bienestar. Siempre que un ecosistema se degrada, ya sea por la deforestación, las prácticas agrícolas intensivas o el cambio climático, la salud de las especies que lo habitan, incluida la nuestra, está en peligro. En un mundo globalizado, esto se traduce también en un mayor riesgo de enfermedades transmisibles entre animales y humanos. La biodiversidad, por tanto, es un bien común y su pérdida nos afecta a todos.
Y precisamente porque es crucial entender qué es la biodiversidad y por qué desempeña un papel esencial para la vida en la Tierra, debemos invertir en educación y concienciación pública. Con este objetivo, las Naciones Unidas declararon el 22 de mayo Día Mundial de la Biodiversidad, una fecha dedicada a la reflexión, la concienciación y la acción para proteger el equilibrio natural del que dependemos. En la misma línea, el 20 de mayo se celebra el Día Mundial de la Abeja, para recordar el papel esencial de estos polinizadores en los ecosistemas y la agricultura y concienciar sobre las amenazas que pesan sobre ellos, como el uso de pesticidas, la pérdida de hábitat y el cambio climático. Estas dos fechas nos recuerdan que proteger la biodiversidad es proteger nuestro futuro.
La biodiversidad está desapareciendo a un ritmo sin precedentes y los seres humanos somos los principales responsables de ello. Así lo confirma un estudio internacional publicado en Nature, que ha analizado casi 100.000 lugares de todos los continentes. Según el estudio, realizado por investigadores del Instituto Federal Suizo de Ciencia y Tecnología del Agua (Eawag) y la Universidad de Zúrich,la actividad humana ha provocado una disminución media del 20% en el número de especies en las zonas alteradas. No se trata sólo de cifras: estamos hablando de la desaparición de reptiles, anfibios, mamíferos e insectos, del colapso de ecosistemas enteros y de la destrucción de las redes naturales que son la base nuestra vida cotidiana.
Los cinco factores principales de esta crisis son bien conocidos: destrucción del hábitat, sobreexplotación de los recursos, cambio climático, especies invasoras y contaminación. En el centro de muchos de estos factores está la agricultura intensiva, que, mediante el uso masivo de pesticidas y fertilizantes, y la dependencia de los monocultivos, está vaciando los campos de vida y empobreciendo los suelos.
Pero las consecuencias van mucho más allá del entorno natural y repercuten directamente en nuestra salud, economía y seguridad. Cuando desaparecen especies clave como los polinizadores, peligra la producción de alimentos. Cuando los ecosistemas se degradan, se acelera la propagación de enfermedades, incluidas las zoonosis, es decir, las enfermedades transmisibles entre animales y humanos. La pérdida de biodiversidad también encarece el acceso al agua potable, debilita las barreras naturales contra fenómenos extremos como inundaciones y sequías, y dificulta el desarrollo de nuevos medicamentos: recordemos que el 40% de los medicamentos que tenemos hoy proceden de la naturaleza.
Según las Naciones Unidas, una de cada cuatro especies podría estar en peligro de extinción en las próximas décadas. No se trata sólo de un problema medioambiental, sino de una emergencia social y económica que pone en peligro el bienestar de generaciones enteras. Detener esta pérdida no es una opción, sino una necesidad urgente.
Ante la alarmante pérdida de biodiversidad, urgen soluciones globales que no sólo frenen los daños, sino que restauren activamente los ecosistemas. Entre las estrategias más eficaces figuran la protección de hábitats clave, la restauración ecológica, la reducción de la contaminación, el control de las especies invasoras y, sobre todo, la transformación del modelo agrícola.
Laagricultura desempeña un papel crucial: es a la vez una gran amenaza para la biodiversidad y una gran oportunidad para su conservación. El fomento de sistemas agrícolas más sostenibles, que reduzcan el uso de productos químicos, diversifiquen los cultivos, protejan el suelo y promuevan corredores ecológicos, puede revertir gran parte de los daños actuales.
En este contexto, las tecnologías digitales y las herramientas de seguimiento están promoviendo una agricultura más respetuosa con el medio ambiente. De hecho, plataformas como xFarm ya permiten a los agricultores controlar, analizar y optimizar todas las fases del proceso agrícola, desde el uso del agua y los fertilizantes hasta la gestión del suelo, los cultivos y la biodiversidad.
La evaluación constante de las prácticas agrícolas proporciona información en profundidad no sólo sobre las condiciones del suelo y la producción, sino también sobre la biodiversidad y su impacto en el resto del ecosistema. Estas soluciones digitales no solo ayudan a cumplir la normativa medioambiental, sino que también promuevenuna agricultura regenerativa basada en el conocimiento y la prevención.
Aunque la biodiversidad es difícil de cuantificar con un solo parámetro, indicadores como la riqueza o abundancia de especies y los niveles de amenaza son cruciales para orientar las políticas públicas y las decisiones empresariales.
Como parte de su compromiso con una agricultura más respetuosa con la biodiversidad, xFarmTechnologies está desarrollando un módulo específico para evaluar el impacto de las actividades agrícolas en la biodiversidad. Esto permitirá a los usuarios medir, supervisar y optimizar prácticas clave, facilitando una toma de decisiones mucho más informada del contexto. Estas innovaciones tecnológicas allanan el camino hacia una nueva forma de agricultura: una agricultura que no sólo produce, sino que también protege.
Como recuerda la UNESCO,"la biodiversidad es el tejido vivo de nuestro planeta, que sustenta el bienestar humano en el presente y en el futuro. Su conservación no es una elección, sino una necesidad urgente ante las múltiples crisis a las que nos enfrentamos.
Celebrar días como el 22 de mayo es más que un gesto simbólico: es una oportunidad para reflexionar, informar y actuar. Sólo mediante el esfuerzo conjunto de gobiernos, empresas, agricultores y ciudadanos podremos proteger este patrimonio común y garantizar un futuro sostenible para todos.
En este viaje, la investigación científica y el desarrollo tecnológico son aliados clave. Nos ayudan a comprender mejor los ecosistemas, identificar las amenazas emergentes y diseñar estrategias eficaces de conservación y restauración. Herramientas como la teledetección, la inteligencia artificial y la biotecnología aplicadas al estudio del suelo y la biodiversidad abren nuevas posibilidades para actuar con precisión y previsión.
Sólo combinando conocimiento y acción podremos alcanzar un verdadero equilibrio entre producción y conservación.
https://press.un.org/en/2024/sgsm22215.doc.htm
https://www.nri.org/latest/news/2024/world-bee-day-how-we-are-helping-protect-the-worlds-pollinators
https://epthinktank.eu/2024/05/20/world-bee-day-2024-we-all-depend-on-bees/
https://blog.mdpi.com/2024/05/22/international-day-for-biological-diversity/
https://www.unesco.org/en/days/biological-diversity